Como supondréis, tras tan largo viaje, estaba agotado, porque además no conseguí dormir prácticamente nada durante el vuelo. Así que nada más llegar a mi casa, me fuí a dormir. Lo que en principio iba a ser un sueñecito de un par de horas terminó siendo un sueño eterno (vamos, me desperté a las 22 de la noche). Tras ducharme y comer algo, volví a acostarme (ya que trabajaba el lunes por la mañana), y sorprendentemente, dormí toda la noche. El lunes, al ir a trabajar, me comentaron que había un error, y que trabajaba por la noche, por lo que me volví a casa y me eché otro rato. Si os digo que dormí casi todo el día, no sé si os lo creeréis.
Bueno, el caso es que ahora estoy de noches. Vamos, termino esta noche, y luego empiezo otra vez con mi turno normal de día. En estos días, además, tengo en casa a Tommi, un chico finlandés que me envió una solicitud de alojamiento a través de Couchsurfing, y la acepté. Estará aquí hasta el fin de semana.
Respecto a Nueva York, he de decir que he escapado a tiempo de Sandy, la tormenta que ha azotado la costa este norteamericana los últimos días. Me duele en el alma ver imágenes de Nueva York totalmente inundado, sobre todo ver la Zona Cero llena de agua. El caso es que al menos sé que una ciudad como NY siempre estará preparada para algo así, y de hecho las cosas están volviendo a la normalidad.
Me pondría a contar todo lo que he hecho durante el viaje, pero me llevaría mucho tiempo. Así que, lo resumiré en una frase: me he enamorado de Nueva York. Creo que eso recoge lo más importante de este viaje.